lunes, 5 de noviembre de 2012

Nunca me ha importado el como


       


                                                    
Nunca me ha importado el como,
ni el donde, ni el cuando, ni el porqué.
Nunca contemple motivo o consecuencia.
Nunca, y repito, nunca di un paso atrás ante nada ni nadie
Pues solo vislumbrando el abismo de la muerte me siento realmente vivo.

Dolor como forma de vida,
Es un himno a la brevedad del tiempo
La ciencia del valor y la sangre
La obra del vacío de mi mente  y el perfecto ciclo de la violencia mística
La comunión con el todo, que es nada, en la verdadera liberación del espíritu.


Nunca me importo el como ni con quien,
Ni el donde, ni el cuando ni el contra cuantos









sábado, 27 de octubre de 2012

A veces


A veces  me gusta mirar por la ventana,
Rebusco entre la nada que hay entre las cosas. Y medito.
A veces  me gusta pensar, pongo el espejo cara la pared y YO,
Que estoy haciendo el pino cara  la mesa,  me miro.
Buscando nuevas perspectivas.

A veces cavilo entre las aguas del ser y del tiempo,
Sabiendo que soy poco o nada de ninguno de los dos.
 Le arranco un verso al primer perro o ratón que me muerda.
A veces me gusta escuchar a los arboles, los dólmenes y el sol…
Y saber así que la tierra sigue viva.

Que no sea...


Que no sea un quebrado alarido de flor  hueca,
una vana peripecia en nuestras animas, sin mas,
una efímera conjunción de nuestros mas preciados astros.

Que no sea una triste coincidencia de anhelos desenfrenados,
una trampa ilícita del destino, si no,
un segundo del placer mas sublime en una eternidad de vacio.

Que sea por siempre lo que el cuerpo me exige,
que el tiempo no niegue tu olor en mi almohada
y que al final del camino los dos compartamos la misma tierra.

Tanatorio.


En lo más profundo de mis entrañas, una voz queda, me insinuaba, sin palabra alguna, que no debía estar allí.  Busque el teléfono móvil entre las mil baratijas que portaba en los bolsillos: Llaves, tabaco, cadenas, una navaja suiza, trozos de metal y goma. Mi corazón palpitaba samba en vista de mi desesperada empresa, mientras los objetos de alrededor caían, sin motivo, al son de los latidos en mi pecho. Aquel desván se tornaba cada vez  más oscuro, las pocas velas que quedaban prendidas parpadeaban incesantes en las sombras y la luz vespertina que se colaba entre las persianas apenas iluminaba dos dedos tras ellas. Por fin, mis dedos palparon el aparatejo infernal y, a pesar de la tiritera, consiguieron sostenerlo y sacarlo de la concurrida faltriquera.
La luz de la pantalla deslumbraba y no alcanzaba a distinguir las letras que, a chorro de torrente, se deslizaban entre el cristal y se desvanecían en el aire. Inconscientemente, en acto ritual, marque el número y acerque el móvil a mi oreja. Uno, dos, tres, cuatro, cinco tonos y el teléfono al que llama no esta disponible en estos momentos ¡Mierda! Rellamada… un, dos, tres, cuatro y  hasta cinco veces y por fin alguien contestó.
-Papá, ya estoy en el tanatorio,¿ Donde cojones estáis vosotros?
-Acabamos de salir de la oficina, iremos mas tarde, si quieres vente a casa y acudimos después  de cenar.
Colgué sin despedida alguna. Mi cuerpo se relajó notablemente ante la idea de escapar finalmente de allí, pero no por ello me di menor prisa en saltar hacia la escalera y bajar lo más rápido que pude.
 En el descenso trate de observar mi entorno. Infinitos pisos de salas, con paredes forradas de seda roja, iluminadas con antorchas y decoradas con muebles victorianos.  Los difuntos descansaban en camas de sabanas aun mas rojas que las tapias, al ojo de todo el que transitaba por la escalinata del edificio, insultando, incluso, la sensibilidad del más impávido. Silenciosos, aburridos, inertes.
¿Inertes? A cada piso, a cada nivel, mas y mas camas, de blancas teces, mudadas de domingo.  A cada piso mas muerte.  Continúe bajando en lo que pienso fueron más de doscientos pisos plagados de occisos hombres, mujeres y niños. Ignorando todos aquellos golpes en las paredes, ignorando todos esos llantos que provenían de cámaras ocultas, ignorando el continuo vibrar de los lechos mortuorios y el continuo repiqueteo de sus patas contra el suelo de madera… hasta que, en un tropiezo, me precipite a trompicones por la escalera para darme de bruces con una de aquellas piltras.
Me levante frotando mi frente, y mire a quien allí descansaba. Un hombre, de unos sesenta años, vestido con un traje veis, que, con los ojos abiertos de par en par, miraba al techo fijamente, con una sonrisa enternecedora. Sin previo aviso, se irguió  lentamente, hasta quedarse sentado a un lado de la cama, con la mirada fija, ahora, en un televisor que había a mis espaldas. Al principio vacilé, pero, tan pronto como logre virar,  me dispuse a proseguir con mi descenso. Para mi desgracia, no había mas escalones, ni salida aparente, solo una pared forrada en seda roja, con la foto del difunto presidiendo su centro. Así que me quede inmóvil, paralizado por el terror de tan extraña peripecia ultraterrena. Entonces, el anciano se levantó y pasó por mi lado, tan cerca que pude captar el pujante aroma a flores y ciprés que su aura desprendía. Tan cerca, que el frio de su piel logró congelar mi sangre. Se paró frente al televisor, la encendió,  la señalo y se volvió a sentar en la cama, esta vez con sus examines ojos clavados en los míos; con aquella imperturbable sonrisa, que no se había desvanecido en ningún momento desde el comienzo de aquel chiste macabro.
Observe con detenimiento la pantalla. Constaba únicamente de un fondo en blanco, sin señal, sin imagen alguna. Solo un fondo blanco que parpadeaba furiosamente, punzando mi mente en su celeridad. Cada vez mas rápido, y mas rápido, irradiando una energía que me atraía hacia si, al principio en forma de suplica, después en forma de demanda. Hipnotizado me deje seducir y me acerque a la maquina. Tras un estruendo atroz, me engulló, descomponiendo cada átomo de mi cuerpo y transformándolo en pura energía, que atravesaba el cristal, convertido ahora en una extraña masa gelatinosa, para recomponerlos de nuevo, en violación a las leyes de la física.
 Una fuerte luz me cegó durante unos momentos, y mi olfato se inundo del fuerte olor a salitre que, como pude atisbar al recuperar la vista, provenía de la gran extensión de agua que tenía ante mí. Mi cuerpo se elevaba sobre un acantilado rocoso, donde las olas chocaban fogosas contra la piedra, devorando a cada arrebato la poca vegetación que había en la orilla.

Nunca olvidare lo que vi a continuación: A mi derecha, rasgando el cielo, vi un ejército de hombres que volaban sin alas. Cientos, tal vez miles de hombres armados sobrevolaban el paisaje, comandados por las más bellas criaturas que el hombre ha podido imaginar, Dragones. Decenas de dragones que junto a su ejército humano se abalanzaban sobre aquella escarpadura pétrea, rugiendo en la eternidad, para llevar a cabo su devastador designio.

(Lex Mundi)

Basura y asfalto.





(Abstracto. Cuadro figurativo en óleo sobre lienzo del artista Zilveti)







Sentado en el suelo, invierno,
Serian las cinco de una eterna madrugada de viernes(quizá)
Solo con la urbe y pensando.            
Oí algo en las profundidades del pavimento.
Mi nombre, en las profundidades del pavimento,
Era solo un susurro, pero juro que lo oí.


Pegue la oreja a la baldosa y cerre mis ojos, inmóvil,
Era el asfalto, o eso me decía, y tenía algo que contarme:
CIUDAD.
Ciudad es silencio. Silencio resquebrajado. Silencio en estupro.
Ciudad es silencio y un gato(que busca comida en el contenedor mas cercano.)
Silencio y motores;  monedas caídas ( no importa de cruz o de cara)
¡ ojala salga cara! Botellas quebradas si no sale cara. Silencio y violencia
Silencio y ¿ un camión que rondaba en la calle?

Pasos y voces:¿ Esta muerto?
Algo zarandeo mi cuerpo y abrí los ojos.
Vamos chaval, vete a casa y mañana será otro dia.
Confuso les dije: Estoy hablando con el asfalto.
Vamos, levanta.¿ Levanta? Volví a cerrar los ojos,
 y gatos, monedas, botellas y coches.
Mira a ver si tiene documentación y nos lo llevamos a casa.
Si, esta es su calle. Pues vamos.

Me cogieron en brazos y me metieron al camión. Olía a basura.
Las voces, la radio, la brisa y aquí te bajas chaval ¿ puedes andar?
No hay problema. La puerta y silencio.
El camión volvió a su ruta y se paro en el contenedor al final de la calle.
 Ellos son basureros y yo un desecho borracho. Inspiré y sonreí.
Saque las llaves, abrí la puerta y fui a dormir…
La ciudad es humo y horarios. TODO SIGUE SU CICLO.

(Lex Mundi)





martes, 15 de mayo de 2012

El rocío.

                                                     (Vagabundo Masson Andre)


Suenan los sollozos, permanentes en la noche
exaltados por el néctar de  los dioses del asalto
truena aquel silencio que, presto, el alma encoje
de un cuerpo dormido, eternamente en el asfalto...

Mas tarde, cuando el sol tiñe de sangre el horizonte con su luz
solo una sonrisa, entre muecas de miedo, alumbra
un rostro feliz, deseoso de portar su cruz
pues si pobre  en carne, en  espíritu no hay penurias

El terror llega de la mano del crepúsculo
¿Helara  el frió nocturno su tejido y corazón,
o el calor del vino tinto lo tendrá a salvo en su zulo?

Fatídico destino del que vaga sin querida
es duro sin saber si despertaras mañana
o la luz de la luna y los astros te arrancaran la vida.
(Lex Mundi: El rocío)

lunes, 14 de mayo de 2012

La danza de la muerte

Me lancé, sobrevolando el sofá y la mesa del café, caí estrepitosamente sobre el suelo, golpeándome la cabeza con dureza, note la sangre en mi frente recorriendo mi entrecejo hasta la punta de la nariz. Me levante con esfuerzo, y volví a alzar mis ojos. Ahí estaba, el monstruo alado, volando sobre mi cabeza, mirando con sorna y escapándose por vigésima vez. Reanude la persecución al instante, blandiendo mi sable sintético y lanzando estocadas a aquel Leviatán volador, que sin esfuerzo esquivaba todos mis golpes. No existía nada mas para mi que aquella bestia y aquella extraña batalla que se había convertido en una especie de danza ritual. Me sentía impotente, era ella o yo. Evidentemente no podía perder, no soportaría aquella vergüenza. Se poso en la pared preparando su próximo ataque. ¿Que puedo decir? Yo fui más rápido. Mentiría si digo que lo sentí. Aquella mosca ya no molestaría a nadie más.